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Nos acercamos a agosto, y si algo se han encargado de recordarme estos dos últimos meses, es que no tengo el control de mi vida —aunque me ilusione creer lo contrario.
Para empezar, Google nos ha agasajado con hasta ¡5! actualizaciones de su algoritmo en menos de 60 días, cuando lo habitual era una o ninguna. Para aquellos negocios online que generan sus ingresos a través del célebre buscador, esto le añade bastante emoción al asunto.
Luego, cuando muchos nos las prometíamos felices y nos ilusionábamos con un verano sin mascarillas, limitaciones horarias ni virus apocalípticos, en cuestión de días todo se tuerce y volvemos a estar casi como en enero.
Y finalmente, en mi momento álgido tras un año entero poniéndome en forma, la realidad me ha golpeado de nuevo con la recaída de una antigua lesión que creía superada.
¿Las consecuencias? Reposo absoluto, perder en dos semanas lo que había ganado en cuatro meses y volver a sentirme un saco de patatas.
Afortunadamente, cada vez me acostumbro más estas montañas rusas emocionales. Y es que ser dueño de cualquier proyecto digital implica vivir subido constantemente en un Dragon Khan.
Así que no pasa nada, ya vendrán tiempos mejores :-)
Si tú, por el contrario, eres de los que prefieren la (falsa) sensación de control, mejor que te olvides de los negocios online. Mejor que busques un empleo fijo donde las condiciones estén escritas en un contrato y te entreguen una tarjeta para fichar.
Eso sí, luego no te quejes de que se ha convertido en una rutina infernal.
Un abrazo,
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