Últimamente parece que todo va mal.
En mi opinión, es solo una sensación. ¿Recuerdas que hace poco un virus nos tuvo confinados sin saber cuándo podríamos salir de casa? Los problemas y las malas noticias no desaparecen, simplemente se sustituyen por otros.
En cualquier caso, si tienes esa sensación y solo te fijas en los resultados que obtienes, seguramente no lo pasarás bien (a no ser que seas el Real Madrid).
Porque medir nuestro éxito o valía por los resultados que conseguimos conduce, inevitablemente, hacia el sufrimiento.
Esto lo comprendí hace años, y desde entonces intento seguir la misma premisa: no marcarme objetivos ni valorarme por mis resultados.
No es fácil, pero en su lugar me parece mucho más útil guiarme por mis valores.
Nuestros valores son como una brújula que nos marca la dirección. Siempre pienso en ellos como viajar hacia el oeste. No importa cuán al oeste viajes, siempre tendrás algún lugar más lejos al que ir, mientras que los resultados serían los lugares que vas visitando mientras viajas.
Esta filosofía me ha ayudado a no tirar la toalla en multitud de proyectos, y seguir pensando cómo mejorarlos aún cuando no llegaban los resultados.
Porque, a largo plazo, vivir de acuerdo con nuestros valores es lo que nos permite alcanzar grandes objetivos. Por ejemplo, si fueras un atleta y solo te centrases en ser congruente con tus valores de perseverancia y superación entrenando absolutamente cada día, lloviese o nevase, ¿crees que lograrías ir a las Olimpiadas?
Seguramente sí. Ese es el poder de los valores.
Quería compartir esta reflexión contigo porque me parece muy importante. Y ahora, vamos con la newsletter.
Un abrazo,
Pau
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